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Hanna Karina Sandoval

Tradiciones Herméticas

Violencia Laboral

moreton

Vaya, parece que todo este movimiento para parar el abuso de género denominado #niunamenos también me tocó. Si bien no fui víctima de una violación, como muchas niñas sufrí de tocamientos indebidos y cosas que no he querido recordar.  Mi intuición siempre me ayudó a correr ante algo que se me manifestaba como peligro para mi vida, lo cual agradezco.

Sin embargo, a finales del año 2011, bastante grande, me tocó vivir  una experiencia de mucho aprendizaje  para mí. Entré a laborar como Jefe de Comunicaciones en el Gobierno Regional de Huánuco, cuyo Presidente Regional era Luis Picón Quedo. Desde  un principio sentí el rechazo generalizado de todos, quien me conoce sabe que soy muy sensible, y es que yo era la limeña que iba a usurpar un puesto a un huanuqueño.

Siempre digo que no somos víctimas de nada, que todo lo que se nos presenta son detonantes para que salgan cosas de nosotros para ser trascendidas. Me tocó experimentar el juicio hacia mi persona a través de chismes, inventos, incluso era tal el rechazo que llamaron a un periodista para sacar una nota sobre mi en el periódico local. Ante todo eso, quería ver la transcendencia de lo que estaba viviendo, yo ya había ingresado al mundo espiritual y había entrado a un des-anclaje con la tierra, estaba volando en las nubes y eso no me permitió afrontar el hecho con objetividad. De allí también el aprendizaje de tener los pies en la tierra.

Pero el tema que fue de mayor impacto fue cuando recién llegué y me tocó cubrir una maratón regional y el que era el jefe del IPD (Instituto Peruano de Deportes), me agredió verbalmente porque estaba ubicada en  un lugar inapropiado. Esto ni siquiera ameritaba una llamada de atención sino una solicitud a que me mueva, sin embargo los insultos fueron apoteósicos, irrepetibles, estaba en shock porque no sabía si las mujeres de allí estaban acostumbradas a semejantes tratos, y de hecho el hombre no sabía que yo era funcionaria del Gobierno Regional.

Puesto que no me caracterizo por ser una mujer sumisa, se encendió mi ira y fui a recriminarle su agresión y los insultos siguieron. Este hombre quiso empujarme y al hacerlo, se dio con mi cara. Mentiría si dijera que fue un puñetazo pero la violencia del hombre salió con fuerza, y la verdad tampoco sabía mi cara era tan delicada, yo siempre me vi como una mujer fuerte. Mi rostro comenzó a inflamarse y me marcó el ojo que pasó por distintos colores en el transcurso de dos semanas.

Yo no sabía qué hacer y lo primero que hice fue buscar ayuda masculina, es así que llamé al Gerente de Educación, quien solo atinó a decirle un par de palabras al hombre, era un domingo y al día siguiente fui a hablar con mi jefe, el Gerente General. Todos los lunes se reunían los gerentes a planificar los temas de la semana, así que estaban todos. Recuerdo que el abogado me dijo que me iba a acompañar a la comisaría a hacer la denuncia. Horas después me comunicó que habían conversado entre todos los gerentes y decidieron no hacerlo por “la imagen” del Presidente Regional.

Estaba muy sorprendida y confundida, recuerdo regresar a Lima un fin de semana y muchas personas me vieron con el moretón y yo minimicé el asunto. Llegué a un estado de autoengaño total. Recuerdo que había pasado una semana y yo seguía con el moretón y el Gerente General me dijo: ¿Cuándo se te va a ir ese moretón? Como comprenderán, ante ese comentario me quedé muda.

Han pasado cinco años, y escribiendo este artículo me doy cuenta que ese episodio de mi vida no había sanado, y estoy leyendo a tantas mujeres con tantas experiencias de abuso, ya sea psicológico, físico, sexual, etc., que también se removieron cosas en mi.  Si quieren saber cómo terminó la historia en el Gobierno Regional, fui despedida en menos de un mes porque mi presencia había generado mucha “notoriedad negativa” en la región.

Comprendí que muchos hombres ven como algo natural el maltrato, están en un nivel donde simplemente no tienen idea de que es “malo”. Hay tanta distorsión en la sociedad peruana, y más aún en provincia donde simplemente la mujer acepta como algo “natural” que suceda, el abuso psicológico, físico, sexual, etc. Tiempo después todos los gerentes renunciaron y regresaron a Lima, y me propusieron formar parte de su equipo, por supuesto imaginarán mi respuesta.

Esto  no puede seguir así, es como la energía femenina está buscando su sanación, su reivindicación. Sé que mi experiencia no es nada a muchas otras, pero la verdad, dejó heridas en mí y un gran aprendizaje puesto que no volveré a permitir una situación similar en mi vida.