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Hanna Karina Sandoval

Tradiciones Herméticas

Ni Víctima Ni Juez

equilibrioEscribe: Karina Sandoval

“Alejarse del amor de Dios”; lo hacemos todo el tiempo de manera inconsciente. Cada vez que nos desconectamos del corazón, nos desconectamos de Dios, ya que en el corazón habita el alma, donde está la esencia primigenia del padre-madre, allí somos a imagen y semejanza del creador.

Vinimos a este mundo a experimentar una dualidad muy extrema que no existe en otros planos, y llegaría el tiempo donde hay que integrar estas dualidades, trascendiéndolas. El plan de Luzbel planteaba “Alejarse del Amor de Dios”, con el propósito de regresar “con más fuerza” a él. La experimentación en 3D es “poco ortodoxa”, pero si decidimos encarnar en este planeta, lo que es totalmente voluntario y con mucha demanda, es porque conocemos las reglas de juego y las aceptamos.

“Alejarse del amor de Dios” es experimentar emociones como el miedo, la vergüenza, la culpa, el dolor, el sufrimiento, etc. No hay persona en este mundo que no haya pasado por ello, en mayor o menor medida. La Ley de la Causa Efecto o Karma dice: “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley…”. En estos tiempos, el karma puede verse como un real castigo o una grandiosa oportunidad para aprender. Inclusive, damos pasos que aceleran nuestro karma con el propósito de pasar las lecciones sin necesidad de esperar muchos años o vidas venideras.

Ante un karma, una persona puede optar por culpar a otros o a situaciones externas (juez), o ponerse en una situación de lamento preguntándose por qué ha tenido la mala suerte de experimentar esas situaciones (víctima). Si no nos salimos de este juego, no aprenderemos la lección y las mismas situaciones con otros panoramas seguirán repitiéndose una y otra vez.

Se nos pueden presentar situaciones tan inverosímiles que se las podemos atribuir a la mala suerte, pero es el momento preciso para observar y ser testigos de lo sucedido, de manera objetiva.

Muchos de nuestros mayores karmas se presentan en las relaciones de pareja; se experimentan situaciones de celos, manipulación, agresión, drama en general. Lo que suele preguntarse el ser humano en plan de víctima es ¿Por qué a mi?, pero si miramos con objetividad, ¿por qué permitir que alguien nos agreda? ¿De quién es el problema, del agresor o del agredido? ¿Qué es lo que nos toca aprender? Muchas experiencias de dolor vividas en las relaciones nos llevan a obtener un aprendizaje, y una vez aprendidas nos llevarán a vivir en el dharma, es decir, lo que se ha aprendido y que ya no es necesario experimentar. La ley de la vibración nos dice que atraemos lo que vibra como nosotros; personas y situaciones, así que no hay nada de qué quejarse.

¿Tienes complejo de Wendy y tu pareja tiene complejo de Peter Pan? ¿Sueles asumir una posición maternal o de “salvadora” en las relaciones?, cuando se reconoce eso, es un gran paso.

juicioLa vida nos lleva a “tropezarnos” con personas que sin ser parejas, pueden manifestar características que necesitamos aprender para mejorar nuestras relaciones de pareja. Pueden ser parejas de otras vidas, en cuerpo de hombre o de mujer, y se “activan” situaciones que detonan cosas que trascienden el real motivo del conflicto. Por ejemplo, situaciones ridículas como olvidarse de realizar un encargo, pueden llevar a un episodio de agresividad sobredimensionado que debe observar tanto el agredido como el agresor. ¿Cuál es la verdadera trascendencia de esto? El agresor se agrede a sí mismo proyectándose ante la otra persona lo que no quiere ver dentro de él. En el caso del agredido, le darán en la herida que tanto protege para ver si decide sanarla o seguir caminando con el dolor a cuestas. En ambos casos hay dolor, sin duda.

Cuando nos volvemos objetivos, podemos sacar provecho de la situación. Sin embargo, si caemos en el juego del yo inferior, solo querremos que nos entiendan nuestro punto de vista, nuestras “razones”, y en especial nuestras justificaciones del por qué el comportamiento. Cuando estamos alineados con nuestro corazón, es decir, a nuestro yo superior, se emanan sentimientos de comprensión y compasión, y sin justificar a la otra persona, se asume la responsabilidad que nos corresponde.

No nos toca analizar el proceso de la otra persona, sólo nuestro propio proceso, nuestra propia responsabilidad ante un hecho o situación. La vida nos está dando muchas oportunidades para prepararnos ante situaciones de dharma, tanto en las relaciones de pareja como en otros aspectos.

La clave está en el perdón. Perdonar a los demás y perdonarnos a nosotros mismos. Las situaciones y las personas son sólo escenarios de aprendizaje donde hay que auto observarnos. Nosotros convertimos la situación en karma o dharma de acuerdo a nuestras respuestas que pueden manifestarse con emociones densas como la ira, agresión, miedo, venganza, etc., o sentimientos de comprensión, compasión, amor incondicional, etc., Y hago la diferencia entre emoción y sentimiento, ya que las emociones son expresadas por nuestro yo inferior y los sentimientos involucran nuestro corazón, nuestra alma. Una respuesta de amor incondicional no quiere decir que yo deba “soportar” que me agredan, quizás simplemente desear lo mejor y retirarme. El desapego puede ser una respuesta de alta frecuencia. Pero cuando caemos en la respuesta emocional, es cuando debemos auto observarnos, no con el propósito de sentir culpa, ya que una reacción emocional inconsciente puede llevar a la culpa, el tema es aprender de la situación, perdonarnos y continuar hasta nuestra próxima lección de vida.

El “ego” no es el enemigo, es el yo inferior que nos ha acompañado en muchas vidas, con el que hemos experimentado tantas emociones para también aprender a emanar sentimientos de amor. La trascendencia del ego consiste en que una vez aprendidas las lecciones, esté totalmente alineado a mi yo superior, que será el nuevo comandante del barco. Lo que conocemos como “sombra” es todo aquello que se manifiesta de una forma desagradable en nosotros y que nos avergüenza. Esa “sombra” deberá alinearse como las agujas del reloj cuando dan las doce del mediodía, momento en que la sombra no es visible porque no es proyectada por la luz, sino que están integradas, y esa es nuestra labor.

En estos tiempos es primordial observar nuestros patrones repetitivos tanto en parejas como en otras situaciones. Si una situación se repite una y otra vez, ¿debemos seguir culpando a las situaciones externas por la mala suerte? ¿No es tiempo de ver qué pasa dentro de nosotros? La decisión está en nosotros mismos, y en eso consiste el libre albedrío.

El “secreto” de “dominar” al ego, es siendo nosotros mismos, le guste o le disguste al resto. Ser nosotros mismos nos da una tremenda libertad para dejar de tener el control, que siempre se saldrá de “control” inevitablemente. Para ello hay que respetar nuestros propios procesos, encontrar nuestra propia maestría ya que en estos tiempos los “maestros” son solo guías temporales en forma de personas, libros, mensajes, situaciones, señales, etc., porque en la Era de Acuario debemos seguir a nuestro propio maestro interno, donde yace nuestra verdad. La personalidad debe transmutarse en carácter ya que ésta es una autoimagen donde se acumulan los ímpetus y reacciones inconscientes, y el carácter es el control de la personalidad de una forma consciente. El carácter es edificado a partir del conocimiento profundo de los mecanismos de la personalidad y de la aplicación de la voluntad consciente en su vida*.

Cuanto más seamos nosotros mismos, el poder de nuestra palabra será como la de un mago que puede crear lo que desee en su vida, porque una autoimagen, es un autoengaño, y la mentira bloquea nuestra capacidad de crear. Debemos estar atentos para no desperdiciar nuestra energía vital. Cuando perdemos el control ante las situaciones que se nos presentan, perdemos esa energía que debe canalizarse para crear las cosas que nos comprometimos a hacer en esta encarnación. Toda esa energía la perdemos ante situaciones de ira, miedo, agresividad, culpa, vergüenza, y todo lo que deriva en dolor. El dolor se acumula en el corazón y no querer ver el dolor nos hace buscar sedantes que pueden llevar a las adicciones, el aplacar el dolor con comidas densas, alcohol, drogas, compras compulsivas, ludopatía, sexo desequilibrado, etc.

Mirar y enfrentar todo aquello que nos causó dolor y no quisimos ver, aperturará nuestros corazones, y cuando eso suceda, podremos decir que somos Soles en la Tierra.

 

(*)Muerte y Renacimiento. La Suprema Alquimia. Zulma Reyo