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Hanna Karina Sandoval

Tradiciones Herméticas

Del más allá, al más acá

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Escribe: Karina Sandoval

Paseaba a mi perrita Maya como siempre en el parque de la espalda de mi casa y nos encontramos con un árbol caído. Ese árbol no era viejo, no fue por años que se cayó, ese árbol no estaba bien enraizado. Me quedé mirándolo un largo rato mientras Maya lo olfateaba. Comprendí muchas cosas, entre ellas, que yo estaba desenraizada.

En los últimos tiempos he conseguido mucho a nivel espiritual, como canalizar a seres de otros planos, aperturar mi tercer ojo y tener una intuición muy acertada. Dedico mínimo una hora a meditar, cuando no, pueden pasar dos horas sin darme cuenta. También practico la oración y disfruto mucho sintiendo mi conexión espiritual, mi ser de luz, que es para mi un verdadero placer y no hay ningún esfuerzo en ello porque es parte de mi vida. El problema es que me olvidé un poco de caminar por la Tierra, y cuando eso sucede, la Tierra te jala, y mi última caída de cara, fue un claro ejemplo de ello.

Cuando salí de la Universidad, emprendí mi propia empresa, que estuvo activa cerca de diez años. Muy joven tuve como clientes a todo tipo de compañías, desde las más grandes hasta las más pequeñas. El servicio de “outsourcing” me daba la oportunidad de conocer diferentes realidades. Me preguntaba ¿Dónde está esa chibola que les decía a los gerentes qué hacer? Reconozco que la extraño, aunque era muy arrogante y me creía dueña de la verdad.

Tuve tanta fe en mi trabajo que nunca me preocupé por nada, no medía el valor del dinero y gastaba y gastaba, también viajaba mucho, llegando a cruzar el otro lado del charco tres veces, además de otros países. Mi yo viajero no ha cambiado mucho, eso es algo que me apasiona, solo que la economía disminuyó y me tuve que volver más aventurara a la fuerza. Nunca me gustó “mochilear”, pero aprendí a hacerlo, y tiene su encanto.

Cuando mi vida dio una serie de vuelcos, ya no me llenaba mi empresa, me divorcié y me dediqué a la juerga y a la irresponsabilidad. Vendí las acciones y no sabía qué hacer con mi vida, así que busqué trabajo. Me fue muy bien al comienzo, pero luego ya no tanto, no duraba en los mismos. Siempre me consideré más que eficiente y proactiva, pero sin embargo me sentía como pez fuera del agua y lo único que me obligaba a estar allí era la necesidad, puesto que tenía cuentas que pagar. Una cosa llevó a la otra, la enfermedad de mi cuñado y su posterior deceso hicieron que me preguntara muchas cosas, y fue así como me interesé por lo espiritual.

Cuando comencé este camino era como recordar, todo era tan apasionante y me llenaba de gozo, las experiencias con hermanos mayores extraterrestres, las iniciaciones, los ángeles y las canalizaciones. Ahora sí me sentía como pez en el agua, pero algo comenzó a fallar. Me di cuenta que ya no me interesaba mucho salir a la calle, soy casi una ermitaña y he tenido varios proyectos que no he podido materializar, y eso no es conveniente.

Antes tenía tanta facilidad para poner en marcha lo que mis sueños decían, y ahora que tengo más herramientas no lo he podido concretar, y soy diez años mayor y con mayor experiencia, esto no está bien.

Hasta que comprendí la importancia del anclaje y cómo un árbol bien enraizado dará buenos frutos, no hay otra manera. Me desconecté y me volví volada, y es que nuestra esencia es espiritual y vinimos a tener una experiencia en 3D. La vida me llevó a tener experiencias que ya no repetiría, pero muchas cosas me siguen gustando de la vida como el arte y todo tipo de manifestación cultural. ¿Por qué tuve que divorciarme de mí misma? No lo digo como queja, se que ha sido necesario y ahora busco el “matrimonio” personal. La Madre es tan generosa que cuando me alejo mucho luego caigo en excesos. La conexión con el padre es tan natural para mí, pero me vuelvo demasiado devota, y he experimentado el estado de fanatismo.

Tuve que verme en un una situación de desborde emocional por fanatismo sin haber fumado absolutamente nada ni haber bebido alcohol, pero sin embargo ese estado de euforia experimentado me hizo entender muchas cosas y comprender a los devotos del Señor de los Milagros cuando entran en ese estado. ¡Ese no es el camino! ¡Definitivamente no!

Mientras que la Madre, tan generosa puede desbordarte con los excesos de la Tierra, los excesos de Cielo son igual de locos, ¡y los he experimentado ambos! Y estos extremos no son buenos en este plano. De la euforia a la resaca, del fanatismo a la fiesta desbordada. De horas de meditación, recogimiento y estados alterados de consciencia a una pérdida de consciencia por alcohol. Debo decir a favor mío que esos desbordes no son frecuentes, han ocurrido en lapsos prolongados de tiempo, pero los he experimentado, y eso es suficiente para comprender y aprender, al menos eso espero.

Es así que ahora busco vivir el tiempo presente, que es lo que me genera mayor regocijo. Busco gozar con las pequeñas cosas de la vida, y cumplir mi misión es lo que me mueve como un motor. Gracias a mis estrepitosas caídas, en especial la última, ahora escribo con mayor frecuencia, y me he propuesto terminar mi primera novela. Espero que mis experiencias de la Tierra y del Cielo, sean de utilidad para alguien. Ahora, de mi corazón brota un sentimiento de amor, se cuando es sentimiento cuando es emoción. El sentimiento no lleva a la euforia y las emociones son fluctuantes, como la marea del mar, y es un camino por el cual todos nosotros decidimos venir a experimentar, para aprender y volver a la quietud de un mar cada vez con menos oleaje.