Deseo comenzar esta entrada con esta cita de cómo ve el judaísmo al satán:
“El judaísmo sí habla del Satán/diablo, pero considera que el Satán es un emisario de Dios que pone a prueba la sinceridad de las acciones del hombre, la fortaleza de sus convicciones y el vigor de su moral. Si bien este diablo pareciera tentar al hombre para que haga lo equivocado, no es inherentemente un ser malvado, sino que realiza una operación encubierta en la que aparenta tentar hacia el mal, pero en realidad está trabajando para Dios”
Esta frase sin duda generará más de un cortocircuito, y es que para mi la figura del satán es fascinante. En este momento de mi vida puedo concluir que su misión consiste en ser convertido. Existe una progenie que pone la vida de cuadritos a la humanidad, pero también aprendí que nada nos ocurre si no nos corresponde, tanto las experiencias angelicales como demoníacas. Tenemos tantas adherencias que nos apartan de nuestro real ser, que muchos son prácticamente zombis, totalmente dominados y poseídos, y nuestra gran labor es sacar estas adherencias, simbolizadas por las hojas de parra en la Biblia. Adán y Eva “cayeron” al desobedecer a Dios, que por cierto su decisión consistió en venir a este mundo donde el bien y el mal conviven, cosa que por leyes cósmicas, no ocurre en otro lugar donde el bien está por su lado y el mal por otro.
De hecho nos ponen a prueba todo el tiempo, repito, todo el tiempo. El karma consiste en la respuesta que damos al evento en cuestión, y allí están los ángeles acusadores para que se registre el hecho que luego debemos pagar, es un juego bastante cruel pero decidimos venir a este plano conociendo sus reglas, de hecho venir a este mundo es todo un desafío.
En el video anterior que publiqué hablé sobre el santo grial y cómo al final el dragón es quien entrega este preciado tesoro al guerrero sin una batalla de por medio. ¿Se imaginan al final del juego recibir el premio del satán? Menos mal que en estos tiempos no ya no la queman a una.
La maldad existe, de eso no hay duda, y lo vemos todo el tiempo, y también existe en nuestro interior, y cuando deje de existir en nuestro interior dejará de existir en el exterior. Game Over. Adán y Eva sabían muy bien esto, y más que haber sido “engatusados” por la serpiente, dejaron ingresar el mal conscientemente para que la humanidad pueda glorificar a Dios desde lo más denso. Parece que perdemos, pero no pienso eso ya que la misericordia es siempre más fuerte que el rigor. Al final de cuentas nuestro deber es estar atentos a las constantes trampas del juego, donde muchas veces nosotros mismos actuamos de verdugos, ¿cómo así? Les explico.
Imaginémonos una situación donde nos toca arremeter nuestra furia hacia alguien, sea “justo” o “injusto”. Lo hacemos porque aquella persona rebasó los límites permitidos. Esa persona recibe el impacto hacia su propio ego y pueden suceder varias cosas, que se ponga como víctima o contraataque, también puede ocurrir un momento de consciencia, lo que sea, el tema es que fuimos elegidos por el consejo kármico para actuar como verdugos hacia esa persona, pero eso es así porque nos corresponde esa experiencia. Una persona libre de ese karma no es elegida como verdugo. Lo mismo sucede al revés, en otros planos se hacen los acuerdos y llegan los verdugos a nosotros, a veces con el propósito de humillar a nuestro ego para que se aquiete y el alma aflore.
Lo cierto es que una amiga me dijo que el karma es la respuesta que damos al evento, si nos victimizamos o contraatacamos, caemos en idolatría hacia esa persona, ya que le dimos absolutamente todo el poder, y sí, no pasamos la prueba y ésta se repite. Cuando lo externo no me altere de verdad, sin autoengaños ni poses espirituales, allí habremos pasado la prueba, por eso la importancia de aceptar nuestros procesos y no creernos gurúes que superamos todo y trascendimos la dualidad. Hay un video de un youtuber muy gracioso que tiene una saga “ultra spiritual” donde a modo de parodia muestra como una persona niega su dolor cuando su novia termina con él engañándolo con su mejor amigo, cuya respuesta es: “Es la perfección del Universo”, vamos, hay que dejarse de tonterías, para comenzar tener una experiencia de infidelidad es un efecto de una causa, lo podemos comprender pero eso duele y no hay que negarlo. NO NEGUEMOS EL DOLOR.
Encontramos “verdugos” todo el tiempo, al salir de casa, en el taxi, en el micro, en el cine, en el supermercado, en la propia casa, en la TV, etc., todo aquello que altere mi paz, recordemos que cada persona tiene su propio universo interno, y por consiguiente externo. Así que para muchos este es el mismo infierno o el Jardín del Edén, cada uno vive en sus propias realidades totalmente arraigadas “El Mundo va de mal en peor” “Todos los hombres son iguales”, “Cuídate porque te van a asaltar”, en fin, ejemplos hay infinitos.
No me gusta ser verdugo porque de allí aflora la culpa, pero lo cierto es que los verdugos que llegan a nuestras vidas, muchos de ellos muy amados, están allí para sacar esas adherencias que tapan nuestra alma y podemos ganarnos “insignias” de nuestros méritos como las que tienen los scouts, de esa manera los ángeles acusadores no pueden hacer nada y hasta es posible convertirlos hacia nuestro bando. La gran misión de Adán y Eva es que el Satán pase a nuestro bando, realmente estaban locos, pero los apoyo en esta locura, pero ojo, todo comienza por casa, nuestras oscuridades, nuestros demonios internos, la guerra es interna, por fuera no funciona, es tan solo el reflejo. Jesús y sus 40 días en el desierto ¿lo recuerdan? peleando con sus “demonios” que claro está pueden manifestarse en el exterior, pero que responden a algo que no hemos trascendido en el interior.
Este jueguito se hace más divertido cuando lo hacemos consciente, cuando vivimos en piloto automático, allí sí que es un verdadero infierno, nos creemos víctimas de todo y no vemos que todo fue acordado en otros planos. Así que a la larga podremos agradecer a estos verdugos que hicieron aflorar algo que estaba en NUESTRO INTERIOR. Que la luz, el amor y la verdad aflore en la humanidad siempre. Que así sea.
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