Paolo era un adolescente con serios problemas de conducta en el colegio. Había cumplido catorce años y no sentía que encajaba en el mundo. Había recibido un “ultimátum” por parte del director del colegio, que le había advertido que si reincidía en su comportamiento sería expulsado del centro de estudios. Sus padres estaban sumamente preocupados, a nivel de calificaciones era sobresaliente, no necesitaba estudiar, pero siempre terminaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado.
Se podía decir que Paolo era un chico popular, se llevaba bien con todos, inclusive con aquellos denominados “nerds” y los que sufrían de bullyng. El era un chico sumamente sensible y podía percibir cosas que otros no, lo cual se había convertido en un problema para él. Podía ver cuando alguien decía la verdad, cuando alguien vivía de apariencias, y cómo se sentían las personas verdaderamente, y no sabía si esto era un don o una maldición.
Llegó el día en que Paolo vio la muerte cara a cara. Estando en el bus de retorno de un viaje escolar, ya de noche y casi todos dormidos, fue despertado por un terrible choque. El chofer de un camión al parecer se quedó dormido y chocó violentamente contra el bus donde estaban los escolares. Los muchachos comenzaron a gritar desesperados y los profesores preguntaron si estaban bien. Todos buscaban las mirabas y finalmente lo más temido sucedió; Pedro, uno de los compañeros se había quedado dormido en la parte trasera del bus, justo donde se dio el choque y ha sufrido severos daños, todos estaban en shock debido a sus heridas, él aún estaba consciente y decía “no quiero morir”. Las niñas lloraban desconsoladamente y todos rogaban para que llegue una ambulancia de inmediato. Paolo estaba paralizado mirando la escena, cuando de pronto vio a un ser aterrador, que no tenía cara y tenía una guadaña con la que arrancó el alma de Pedro. Paolo cayó desmayado por la impresión.
Cuando recuperó el conocimiento, Paolo estaba en el hospital donde llevaron a Pedro, sus padres ya estaban con él. Su madre lloraba desesperada preguntando si estaba bien.
– Yo estoy bien mamá, Pedro murió.
– ¿Cómo sabes?
– Sólo lo sé – respondió..
El funeral fue sumamente triste, Paolo hubiera querido ausentarse, pero consideraba a Pedro un gran amigo, así que decidió ir, el problema era que veía más de lo que deseaba, y veía a su amigo en su propio funeral observando la escena. No pudo más y decidió ir al parque de al frente a tomar un poco de aire, y una vez allí sintió una presencia y vio a Pedro a su lado, lo cual lo asustó tremendamente.
– Veo que me puedes ver. – Le dijo Pedro-. No lo sabía.
– Lo supe desde hace poco, no es algo que me guste. ¿Por qué estás acá? ¿No se supone que debes estar en el cielo o en el infierno?
– Cuando salí de mi cuerpo estaba muy confundido, me costó darme cuenta que ya no estaba vivo, pero yo no quería morir sabes, así que no me iré. Voy a quedarme cerca de mi familia, además me he dado cuenta que puedo hacer varias cosas que antes no podía.
– Claro, porque no tienes cuerpo. Pedro no creo que sea buena idea, yo no sé de estas cosas, la verdad que estoy muy perturbado y no estaría hablando contigo de no ser porque eras mi amigo
Pedro no respondió a su comentario y desapareció de un momento a otro. Paolo no sabía a qué hacer ni a quién acudir. Una vez en su casa comenzó a buscar información en Internet. Vio diferentes avisos como “¿Deseas comunicarte con tus seres queridos?, Abigail, médium de garantía” así como la oferta de otros médiums y videntes, pero no se sentía convencido. Es así que decidió acudir al párroco de su barrio, quien lo miró como si estuviese poseído.
– Esas son cosas de Satanás muchacho. Debes alejarte de eso inmediatamente o arderás en el infierno. – le contestó enfurecido.
También acudió a su consejera del colegio y le comentó el caso sin decirle que se trataba de él, y ella le respondió que esos casos son psiquiátricos y que debían medicarse, cosa que asustó a mucho a Paolo, quien estaba más confundido que antes.
Paolo comenzó a tener una serie de pesadillas, ataques de seres mientras dormía que pretendían ahorcarlo y él despertaba totalmente asustado. En uno de sus sueños se vio cara a cara con aquel ser que le quitó el alma a su amigo Pedro. Tenía mucho miedo, y más aún cuando veía que se acercaba a él.
– Conoces la muerte muchacho. – Le dijo el ser-.
– ¿Quién eres? – le preguntó temblando.
– Mi nombre no importa, pero me conocen como el Ángel de la Muerte.
– ¿Qué le hiciste a mi amigo?
– Lo que hago a todo ser que tiene que partir, yo solo cumplo órdenes.
– ¿Por qué pude verte?- preguntó Paolo aterrado
– Cada vez que me encuentro con uno como tú, no dejo de sorprenderme, son muy pocos los que pueden verme.
– ¡Pero no me respondiste! – gritó Paolo-. ¡¿Por qué puedo verte?!
– Tiene que ver con tu misión de vida.- ya lo descubrirás.
– ¿Y le arrancas el alma a todas las personas cuando mueren?
– A casi todas. Algunas escapan de mi guadaña. Ahora debo irme.
– ¡Espera necesito más respuestas! – pero Paolo despertó con más preguntas que al principio.
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