Escribe: Catherine Thorne
“Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad… lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino…” Carl Jung
De niños nos enseñaron lo que está ¨ bien ¨ y lo que está ¨mal¨. Lo blanco y lo negro. Nos enseñaron a que si hacíamos algo no aceptable, eso nos convertía en ese momento en niños ¨malos¨. Nos enseñaron que teníamos defectos que debíamos esconder para ser amados y aceptados en la sociedad.
Luego vamos creciendo y si nos educaron en alguna religión, ser santo debería ser nuestra meta o por lo menos ser suficientemente buenas personas como para que nos dejen entrar al cielo, que no es nada fácil.
Un amigo decía que si la oscuridad estuviera en unas cuantas personas en el mundo seria muy fácil deshacernos de ella. La oscuridad está en todos y cada uno de nosotros.
De hecho, es parte de nuestra naturaleza y ser consciente de ella podría ser una gran herramienta para crecer como un ser humano completo.
Hay mucha información sobre nosotros que no somos capaces de ver directamente y mientras siga en el inconsciente, determina mucho de lo que vamos creando en nuestra vida y no podemos utilizarlo a nuestro favor.
Cuando nos damos cuenta de algún ¨defecto¨, muchas veces lo resistimos, nos defendemos, lo negamos y escondemos o elegimos justificarlo con algún argumento como ¨así me educaron¨ o ¨se lo merecía. Eso dependerá de los juicios que elijamos o de la culpa con la que lo asociamos.
Esconder o reprimir una emoción requiere de mucha energía y nos carga. En algún momento de descuido, si apretamos el botón indicado, podría salir con mucha fuerza y sin control, como una bomba que afecta a cualquiera que esté cerca de nosotros.
Pero si lo observamos, sin juicio, lo aceptamos como parte natural en nosotros y asumimos la responsabilidad de expresarlo, podemos perdonar y soltar toda la carga que implica la resistencia y el juicio. Incluso podríamos usar esas características sin carga, para construir.
El perdón y la aceptación, son claves en este proceso.
Estamos aprendiendo y la única manera de hacernos responsables de no lastimarnos ni lastimar a otros con reacciones fuera de control, es tomando conciencia de todo aquello que aprendimos a esconder incluso hasta de nosotros mismos.
Luego de eso, no importa si los demás se dan o no cuenta de quiénes somos. No tenemos nada que esconder, ni máscaras que usar.
Mirar de frente ese lado oscuro, aceptarlo y perdonarlo es la puerta hacia la libertad.
Sin la oscuridad no hay iluminación.
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