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Hanna Karina Sandoval

Tradiciones Herméticas

Crónica de una Resaca Anunciada

bestfriendYa era de noche y me desperté por una súbita caída de cara. Me toco el labio y mi mano se mancha de sangre, lo peor es que no me podía mover. Me puse en posición fetal instintivamente. Después de una tarde de euforia y alegría, ahora siento vergüenza y culpa. ¿Cómo es que a estas alturas de mi vida acabo de esta manera? Recuerdo que la última vez que quedé mal fue en septiembre del 2013. Ha pasado más de un año pensando que “nunca más”, y me veo en una situación peor. Pienso que esto debería mejorar con los años y no es así, y no dejo de culparme. En esta situación es que una voz me habla:

 

– El Universo no se movió Karina

– ¿Quién eres? No creo que seas un ser de luz porque mis vibraciones están bajas. ¿Dónde está XXX? (el nombre de mi guía espiritual de quien me reservo su nombre)

– El siempre está contigo

– ¿Quién eres tú?

– Soy tu sombra. Yo soy tu. –respondió

– Pensé que te había integrado

– Estás en ese proceso, pero mientras busques resultados diferentes haciendo lo mismo, esto seguirá repitiéndose, y cada vez peor.

– Me cuidé más de un año para no volver a pasar por esto.

– Lo que hiciste fue reprimirte. Hay cosas que aún no quieres ver de mí. Y el peor juzgamiento, es a uno mismo.

– ¿Debo dejar de beber para siempre?

– No reprimiéndote, eso te llevaría a buscar otro catalizador.

– Ya no quiero volver a pasar por esto

– El Universo no se movió Karina, no hizo nada, tú querías resultados diferentes y valoras las situaciones de acuerdo a los resultados.

– Es verdad. Recuerdo muy poco lo sucedido.

– Pues perdónate

– Eso haré

En ese momento llega mi padre a auxiliarme. Comienza a limpiar la sangre de mi boca y me lleva al baño para lavar mis manos y cara. Situaciones similares se han dado a la inversa, mi padre siempre me dice que tenga cuidado porque tenemos en el ADN la adicción al alcohol. Pero el no me recrimina, sabe que toqué fondo y que es totalmente innecesario recriminarme, y menos en el estado en el que me encontraba. Maya, mi perrita, se encarga de limpiar la sangre del piso, lamiéndola. Quizás alguna información de mi ADN deba darle – pensé.

Situaciones como estas hacen que replantee mi vida. Hace poco facilité un taller para Integrar la Sombra, el haber vivido situaciones límite me ha enseñado a juzgar cada vez menos, en especial a personas que pasan por este tipo de experiencias. Tengo clara cuál es mi misión de vida, y he decidido mostrarme cómo soy sin ocultar mi sombra. Esta decisión se dio a raíz de que facilito un curso para conectar con nuestros guías espirituales y dirijo meditaciones, y no quiero que me vean como una guía espiritual sino como una comunicadora, mensajera o algo similar. Muchas personas me ven como un ser de luz, y la verdad lo soy como todos ustedes, y que además tengo una gran sombra, una parte integrada, y otra que aún no lo está. Es así que voy integrando mi parte humana con mi esencia primigenia, mi ser de luz. Pienso que puedo transmitir lo que tengo que comunicar, tanto de mi dharma, como de mi karma. Mi parte humana se rige por las leyes universales y no me escapo de ello. Por otro lado, lo integrado en mí, que me hace caminar conectada a mi ser superior, a mi esencia, también debo transmitirlo. Escribiendo esto siento el perfume que me suele irradiar mi guía espiritual, apoyándome en esto.

En mi vida tuve que lidiar con demonios y ángeles, literalmente y en ese orden. Recuerdo que mi primera experiencia fue en la adolescencia y fue aterradora. Finalmente comprendí que el miedo no iba a ser mayor del que podía tolerar, es decir, nunca iba a morir de aquello. Pasaron muchos años y no volví a tener una experiencia similar, y fue a partir de un divorcio y una serie de acontecimientos calamitosos en mi vida que se me comenzaron a abrir los canales. Las visitas de estos “demonios” se hicieron cada vez más frecuentes, no sabía cómo lidiar con ellos. Cuando llegaba al límite, se generaba la intervención para parar la experiencia. Las iniciaciones que tuve me aperturaron el 3er ojo y puedo ver constantemente los rayos de colores del cosmos, y es así cuando aprendí lo que es vibración y cómo elevarla, hasta que fui “recompensada” con las visitas de los ángeles a mi vida. Esta palabra está entre comillas porque ellos siempre están allí para todos, sólo que hay sintonizar con su frecuencia. La confirmación de mi misión como comunicadora ahora era contundente. Había sufrido despidos de trabajos, no por ineficiencia, sino por motivos que hasta el momento no puedo comprender. Cuando un día un ángel me dice: “Has venido a comunicar, lo que has de comunicar”, no pude dejar de llorar.

Es lindo sentirse un ser de luz, pero el Universo te da de patadas cuando te toma los exámenes, y en este caso fue un trancazo. Y habiendo emprendido el camino espiritual, y verte en la profundidad de tu sombra, con tu perra lamiendo tu sangre, es realmente duro.

El problema no fue el exceso de copas de vino, originadas por la celebración de mi cumpleaños y la grata compañía de los que estuvieron conmigo. Es mucho más que eso. El vino es solo una herramienta de algo que aún no veo, no expreso. Mis amigos, con mucha compasión me dicen que no debo exagerar, que eso le pasa a cualquiera. Y si, eso le pasa a cualquiera…

La moraleja de esta historia es que reafirmo con convicción mi misión de vida, sin ocultar mi sombra, agradeciendo a aquellas personas que me aceptan como soy, en especial a mis amigos de infancia, quienes me han visto en los diferentes procesos de mi vida, y la amistad ha perdurado. Así es.